Austríaca y con denominación francesa, la propuesta de esta joven artista no puede ser, pese a ello, más anglófila. Heredera de cierta melancolía oscura, propia de sellos como 4AD, en su música se encuentran lo confesional y lo imaginativo y muestra dos caras: la mayoría de sus canciones son recogidas, introspectivas y su voz se mueve entre lo tristón y lo descarnado; en otras recoge cierta tradición del alt-country para ponerlas al servicio de aires más festivos y de comercialidad bien entendida. Todas ellas brillarán con luz propia, y en formato trío, entre las mágicas paredes de la Església Nova.