Después de liderar la mítica banda Úrsula durante años, transitando del slowcore de sus inicios al paisajismo instrumental de la última etapa -que se cerró en 2010 con «Hasta que la soledad nos separe»-, David Cordero ha continuado trabajando y evolucionando a través de un proceso de depuración y exploración de sí mismo en bandas sonoras como «Emma» o «Orensanz», afianzando su propuesta en sonidos ambientales que ya antes habían formado parte de su lenguaje. Alma inquieta, constando investigador de la pulsión ambiental y paisajística de la música y de sus posibilidades expresivas, ha colaborado con multitud de artistas nacionales como Viento Smith, Jacob o Daniel Romero, y ha publicado en multitud de sellos y plataformas internacionales. Recientemente ha empezado a crear en el estudio con el músico gaditano Miguel Otero, con quien ya tienen listos varios trabajos que verán pronto la luz, y en 2020 se publicaba el precioso disco «Salinas», donde los dos músicos exploran todavía más las posibilidades de los paisajes sonoros, tejidos de cuerdas de guitarra procesadas, pianos evanescentes y drones minimalistas. Una carrera de largo recorrido, imparable y constante, que da fe de una de las mentes más inquietas del país.