Unidos por su predilección por la escena avantgarde de los años 80 en Bruselas (inmediatamente nos vienen a la mente los míticos Tuxedomoon), el compositor y multiinstrumentista Oliver Doerell fundó el proyecto Dictaphone en el año 2000 junto al músico de Berlín Roger Döring (clarinete y saxofón). Desde entonces, reclutaron al violinista Alex Stolze, han editado cinco álbumes que viajan desde la electrónica experimental hasta el jazz atmosférico y la electroacústica, y han tocado en festivales como Mutek, Transmediale, Unsound o FIB Benicàssim. En su último trabajo, «Goats & Distortions 5» (Denovali, 2021), nos sumergen en atmósferas melancólicas y fantasmagóricas, de una belleza exquisita y atemporal y de una elegancia subliminal. No exageramos: con sus conciertos, quizás mentalmente sabes dónde empiezas, pero no dónde terminas.

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