La irrupción de Les Sueques en la escena indie fue como un huracán encabezado por aquel himno brutal titulado “Terrorista” que clamaba contra los uniformes y el aloe vera. La banda quizás ha ido domando su crudeza, pero no ha rebajado ni un ápice su sentido del humor, la energía y el ruidismo que cabalga sobre oleadas de power pop, teclados dignos del garaje más hipervitaminado y corazones desmañados. Penetrantes y contundentes, en su sonido encontramos inmediatez, luminosidad y una pasión contagiosas. Perlas de concentración pop que asaltarán los Ullals de Baltasar en horario de vermut para hacer saltar a todo el mundo.

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