La joven artista alemana Phyllis Josepine se mueve entre los miedos generacionales, el enojo postadolescente, la hipersensibilidad y la sobrecarga de información. Sus composiciones -con voz aparentemente imperfecta, drones vocales y sutilidad melódica- dejan la puerta abierta a las emociones y las reacciones explorando las capacidades sónicas de la digitalitad a través de la inteligencia artificial. Si pensáis en Holly Herndon, no vais muy equivocados.